La salida de Masi: Simplemente una necesidad de mejora operativa
La destitución de Michael Masi como director de carrera de la Fórmula 1 ha sido tema de conversación con arduas discusiones y opiniones encontradas al respecto. En lo personal, quiero abordarlo desde tres perspectivas principales: la política, la mediática y la operativa.
Desde la perspectiva política, Jean Todt debía permitir que la nueva administración de la FIA conformara su propio organigrama; en ese sentido, una posible destitución de Michael Masi con la temporada en curso, a pesar de múltiples situaciones y controversias que se presentaron, habría sido anti-climática para la organización, por interferir prematuramente en la toma de decisiones y rumbo de la próxima presidencia, misma que ha recaído en manos de Mohammed Sulayem.
Al respecto, prácticamente todos los equipos se sintieron afectados en algún momento por la inconsistencia en la aplicación de los reglamentos y la lentitud en la toma de decisiones durante las carreras, pero ninguno estaba en posición de romper relaciones con la dirección de las mismas, principalmente Red Bull y Mercedes que tenían una contienda viva por los campeonatos.
A esta situación debemos sumar el acceso a la comunicación entre los equipos y el control de carrera que se tuvo a través de la propia transmisión internacional, para dar paso a la perspectiva mediática. Momentos escandalosos de un lado y el otro en la búsqueda de influir en el resultado de las decisiones de los comisarios y un Masi que con frecuencia exhibía una falta de dominio y conocimiento de los reglamentos. Aquí vienen dos puntos relevantes: la retrospectiva y la manipulación mediática.
La opinión pública suele distinguirse por una memoria muy corta que en su mayoría se reduce a los acontecimientos más recientes, así como una postura emocional con relación a los hechos (misma que podría traducirse en un apoyo ciego a la causa por la que simpatizan). En ese sentido, Abu Dhabi significó, en retrospectiva, la felicidad para Max Verstappen, Red Bull, su afición y un gran número de seguidores que deseaban el término del dominio de Hamilton y Mercedes. Pero por el otro lado, los aficionados del equipo alemán y del conductor británico, así como un importante bloque de influencia de los medios nacionales de este último, se lanzaron en una campaña de frustración y descrédito hacia la integridad de Masi. Para ello se valieron de dramatizaciones como un probable retiro de Lewis de la categoría, o la inducción y repetición constante de la idea del ‘robo’.
Por otra parte, Red Bull hizo propaganda en favor de Masi, no para mantenerlo en su cargo, sino para atraer las miradas a su inminente destitución y posicionar en el imaginario colectivo una influencia de Mercedes sobre la FIA; dicho de otra forma, ‘quedar como los buenos’ y ganar una posible ventaja (política) para futuras decisiones del organismo. En este punto, ambos equipos protagonistas se encargaron de encender el fuego ante los medios y polarizar a la opinión pública y dejarla dividida, entre los convencidos de que se hizo justicia, y por el otro lado los que sostienen que el poder de Mercedes se impuso, en posturas radicales con escasos sitios intermedios.
En mi opinión y análisis, lo relevante fue la perspectiva operativa. Soy un convencido de que Mercedes quería la cabeza de Masi de manera visceral y que al final el propio Red Bull sabía que la salida del australiano era saludable para la categoría por todas las decisiones y sus formas durante la temporada. Abu Dhabi, para mí, es una consecuencia de los desatinos de todo un campeonato. Considero, libre de apasionamientos, que jamás hubo intención de beneficiar a nadie más que al espectáculo, pero fiel a su tendencia, se interpretó y aplicó el reglamento de manera inconsistente. En mi diagnóstico, entre la organización y los diez equipos había un consenso sobre la necesidad de un nuevo director de carrera desde Spa Francorchamps, sin imaginar siquiera el desenlace que aún faltaba.
La FIA tuvo que tomar una decisión de carácter operativo con alcance a corto, mediano y largo plazo, en medio de un clima de opinión pública adverso que alimentaron los propios involucrados. Pero al final ese es su trabajo: fortalecer la credibilidad en la Institución y sus reglamentos, más allá de la inmediatez de las redes sociales. Aún falta ver si las nuevas implementaciones y los elegidos para sustituir a Michael Masi se encuentren a la altura de las exigencias.
Mi conclusión profesional es que aún sin la existencia del ‘Abu Dhabi gate’, Michael Masi habría sido destituido simplemente porque los resultados de su gestión fueron insostenibles de cara al futuro y la dirección de carrera necesitaba una mejora operativa, y que la presión política de Mercedes o sus intentos de chantaje mediático carecieron de un peso importante en la toma de decisiones del máximo organismo del deporte motor, más allá de cualquier teoría conspiro-paranoica.